¿Cómo hubiera afectado el incumplimiento de la deuda a la economía mundial?
Durante mayo, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, advirtió que el enfrentamiento era efectivamente un problema para el pueblo y la economía estadounidenses. De acuerdo con sus declaraciones, el no elevar el techo de la deuda, podría haber producido un caos financiero y económico.
A mediados de mayo, el Departamento del Tesoro especuló con que el Gobierno comenzaría a quedarse sin fondos a partir del 1 de junio, una medida que hubiera tenido consecuencias de gran alcance no solo para el país sino para la economía mundial.
La falta de fondos hubiera obligado al Tesoro de los Estados Unidos a priorizar el gasto, de modo que los pagos de la deuda y los pagos de intereses se realizarían primero, mientras que en contraposición, se hubieran generado retrasos en el pago de salarios de trabajadores del sector público.
Previo al acuerdo, los asesores del presidente creían que un incumplimiento «prolongado» provocaría una caída del PIB del 6%, con la pérdida de decenas de miles de empresas y unos 8,3 millones de puestos de trabajo: casi tantos como durante la crisis financiera de 2008.
En el peor de los casos, Estados Unidos hubiera tenido que dejar de pedir prestado por completo en julio o agosto, lo que hubiera tenido un fuerte impacto en los mercados financieros mundiales: los inversores hubieran cuestionado el valor de los bonos estadounidenses, que se consideran entre las inversiones más seguras y sirven como elementos básicos al sistema financiero mundial.
Si no se hubiera aprobado un acuerdo, también se hubiera generado presión sobre las acciones porque las tasas más altas provocan que los flujos de efectivo futuros de las empresas sean menos predecibles. Efectos indirectos para los mercados globales y las economías también eran probables. Un incumplimiento hubiera además debilitado gravemente el comercio mundial y llevado al resto del mundo a una profunda recesión. Un incumplimiento más grave, incluso, provocaría una fuerte caída del dólar estadounidense, lo que derivaría en fluctuaciones en los tipos de cambio y dispararía los precios del petróleo y otras materias primas.
¿Cuáles eran los principales puntos del conflicto?
En el inicio, las expectativas de avance en las conversaciones entre Biden y los principales líderes republicanos y demócratas fueron bajas ya que el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y su Partido Republicano se negaban a aumentar el techo de la deuda sin grandes recortes presupuestarios.
Biden, por su parte, se negó en un comienzo a negociar, diciendo que el techo de la deuda debía elevarse sin condiciones, y luego discutir posibles recortes presupuestarios. El presidente de Estados Unidos quería que los republicanos se comprometieran públicamente a que el país no incumpliría y seguiría pagando todas sus facturas al tener la capacidad de seguir endeudándose.
Durante el mandato de Biden como vicepresidente, en 2011, la administración de Obama se vio obligada a hacer dolorosas concesiones a los republicanos en un esfuerzo por evitar el incumplimiento. El principal objetivo de Joe Biden durante las negociaciones actuales fue evitar que se repita dicha escalada.
Hace doce años, el acuerdo requería recortes de gastos tanto inmediatos como a largo plazo y, como advirtieron muchos economistas keynesianos en ese momento, estos recortes se produjeron demasiado pronto después de la Gran Recesión de 2007-09. El retroceso en el gasto disminuyó la recuperación económica del país durante años, tanto que incluso Donald Trump utilizó ese hecho a su favor en su campaña presidencial de 2016.
¿Qué pasó finalmente?
El domingo 28 de mayo de 2023, los republicanos de la Cámara publicaron la versión legislativa del acuerdo de techo de deuda para 2023 que el presidente Biden y el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, finalizaron el día anterior.
El acuerdo — según el texto del proyecto de ley, fuentes de la Casa Blanca e información difundida por los republicanos de la Cámara de Representantes — suspendería el límite de deuda de US$ 31,4 billones del país hasta el 1 de enero de 2025. Esto supone dejar fuera el posible problema del techo de la deuda para las elecciones presidenciales de 2024.
La Administración Biden aseguró un acuerdo que, se parece más a los acuerdos de techo de deuda de 2015, 2018 y 2019 que al acuerdo dañino que se aprobó en 2011.
Como es de esperar en un acuerdo negociado de forma hostil, partes del trato no gustan a los sectores más radicales de ambos partidos. Entre otras medidas, los republicanos han logrado introducir requisitos laborales (como trabajar o estar dispuesto a hacerlo) para recibir ciertos subsidios contra la pobreza, especialmente las ayudas para alimentos. Por otra parte, recupera unos veinte mil millones de dólares en fondos que el Congreso había asignado previamente al Servicio de Impuestos Internos para combatir la evasión de impuestos, particularmente por parte de aquellas personas de mayor patrimonio.
A cambio de aceptar algunas cosas “malas”, la Administración de Biden consiguió un acuerdo que eleva el techo de la deuda y limita los gastos discrecionales no relacionados con la defensa durante dos años en lugar de los diez años que exigían originalmente los republicanos.
El acuerdo significa que muchos programas federales se enfrentarán a recortes presupuestarios el próximo año, ya que no habrá ningún aumento para tener en cuenta la inflación. El Congreso siempre tiene autoridad para aprobar más gasto en caso de un acontecimiento inesperado, como una guerra o una pandemia.
A corto plazo, el acuerdo congelará los gastos discrecionales que no sean de defensa en los niveles actuales o cerca de ellos durante un par de años, al tiempo que permitirá a McCarthy afirmar que ha cumplido su objetivo declarado de recortar esta categoría de gastos desde los niveles de 2023.
En términos de la trayectoria fiscal general del gobierno, es poco probable que el acuerdo tenga un impacto a largo plazo. Eso se debe en parte a que los límites de gastos son solo por dos años, y en parte a que los gastos discrecionales que no son de defensa, a pesar de cubrir muchos programas vitales, representan solo alrededor de una séptima parte del presupuesto federal general.
A la luz del acuerdo, los inversores pueden todavía preguntarse cómo deberían responder ahora que los legisladores han alcanzado una resolución. La resolución es sin duda una buena noticia, el no alcanzarla aumentaría la volatilidad del mercado, tal como vimos en este último mes y dañaría además, la credibilidad de Estados Unidos. Nuestro consejo para inversores es sin embargo simple y no ha cambiado: mantenga una perspectiva a largo plazo.
Los titulares sobre el techo de la deuda y otros eventos a corto plazo pueden ser inquietantes para los mercados, la economía y los inversores. Pero es importante recordar que la volatilidad se mueve en ambas direcciones: tanto hacia arriba como hacia abajo, y que los mercados son eficientes en el procesamiento de noticias. A los mercados no les gusta la incertidumbre, pero también tienen visión de futuro. Una perspectiva a largo plazo para los inversionistas es fundamental en cualquier entorno de mercado, pero especialmente en mercados inestables.